martes, 27 de enero de 2009

Con un dedo no se tapa el Sol


Iqbal Masih, niño nacido en Pakistán, a la edad de 5 años lo hicieron trabajar en un taller de fabricación de alfombras, ya que sus padres tenían deudas a las que no podían hacer frente y que necesitaban pagar para no morir de hambre. Iqbal trabajó como esclavo en unas condiciones infrahumanas durante cinco largos años hasta que fue rescatado por el Frente de Liberación de los Esclavos por Deudas, organización que también le permitió realizar parte de sus estudios. En 1992 tomó la iniciativa de viajar por el mundo denunciando la situación que muchos niños estaban viviendo y que no habían corrido la misma suerte que él al ser liberado. En 1995, a la edad de sólo 12 años, fue asesinado por las mafias que organizan el tráfico de niños y la explotación infantil.

Esto es sólo un caso más que muestra como el sistema de relaciones económicas condiciona nuestras vidas, mientras los países ricos no ponen mucho de su parte para solucionar este problema, ya que son sus propias empresas las que se aprovechan de las desafortunadas posiciones de mucha gente y sacan partido de una mano de obra más barata, pero... ¿a cambio de qué? ¿merecen las "personas" que explotan a niños y adultos ser llamadas personas? ¿acaso hay gente en el mundo que carece de derechos y merita ser tratado como un animal?
Posiblemente no conozcas la historia y no te acuerdes de la muerte de Iqbal Masih, pero apuesto a que seguro que te acuerdas de la muerte de la desafortunada Lady Di, Carmina Ordoñez y Rocio Jurado. Quizá igualmente tengas olvidada la vida, labor y muerte de Benazir Bhutto, también pakistaní, de la que te invito a que te informes sobre sus logros en la política de su país y que también fue asesinada.

Dejemos de prestar tanta atención a lo banal y no cerremos los ojos ante lo que realmente importa... con un dedo, no se tapa el Sol.

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