martes, 27 de enero de 2009

Y para las dos era un día cualquiera

9:40 a.m

Me termino de peinar en la habitación de matrimonio, cansada y muerta de sueño, pero no quiero perder más clase, así de cabezota soy yo y así de poco hipocondriaca es mi madre, ya se sabe lo que se dice de los médicos.Oigo unos gritos que vienen desde la calle, no les doy mucha importancia, cualquier pareja tiene una pelea de vez en cuando, algunas son más discretas y otras no lo son tanto.
Me voy, tengo que ir preparando la mochila, tengo la mala costumbre de dejar a veces las cosas para el último momento...

-¡Mamá! ¿estás lista?, ¡mamá!... ¿me oyes?

-Sí, una pareja en un coche negro, creo que llevan un bebé, él está muy nervioso... no, no son de por aquí, no los he visto nunca... él intenta arrancar el coche, pero cada vez que lo hace ella intenta bajarse...

La voz de mi madre sonaba desde su cuarto, hablaba por el móvil, mientras miraba a través del visillo. Sólo bastó con que me mirase, las palabras sobraban, la supuesta discusión parece ser que es algo un poco más serio. Desde mi propia casa puedo escuchar improperios de todo tipo, insultos y alguna que otra amenaza de muerte, que obviamente no escribiré aquí.Me acerqué yo también a la ventana, no sé si me dejé llevar por el morbo, pero quería saber que estaba pasando.
Rezaba en voz baja para que la policía llegase lo antes posible, yo también tenía miedo.
La pesadilla en la que se encontraba aquella mujer dolía desde allí arriba, donde a pesar de todo yo me encontraba a salvo y segura.
No sabría decir exactamente cuantos minutos tardó en llegar la policía, pero a mí se me hicieron eternos, pero por fin, por fin estaban allí.

Él, empieza nervioso a mirar a todos lados, no se paró a pensar que alguien podría estar observándolo, ni que nadie tendría la sufuciente valentía como para avisar a la ley, al fin y al cabo es lo que hace normalmente la gente, ¿no? dirigir la mirada hacia otro lado y hacer como si nada, la verdad que es mucho más fácil.
Cogío al bebé y se lo aferró al pecho, querrá aparentar ser un buen padre, darse aires de inocencia, al menos eso fue lo que pensé yo.
Ella, todavía temblando se baja del coche, por fin la puedo ver y con un risa falsa a más no poder niega haber mantenido discusión alguna con su marido, se queja de la imaginación que pueden llegar a tener algunas personas.

Parece irónico... en un segundo poder cambiar tu vida y acabar de golpe con todos tus problemas y que el miedo te impida andar y ver. Es lo que ella tiene, lo que le ha tocado y ella no se lo merece.

-Venga, Yoyi, te voy a llevar al instituto.

-Mamá, ¿no vamos a hacer nada más?...

Una vez en la calle, bajando a la cochera mi madre me dice:

-Mira, allí, esa pareja que va al centro de salud, ¿la ves?... mira como él intenta besarla, ¿ves como lo rechaza? ¿lo ves, Gloria?, tsss... debería haber sido valiente, nunca creas que un problema te va a sacar de otro, nunca dejes que nadie te haga sufrir y busca ayuda siempre que te veas en esa situación, hija.

Y yo me fui, me fui al instituto, como un día cualquiera, mi pesadilla había acabado, yo sólo había sido la espectadora de una desgradable obra, pero para esa mujer la función no había terminado y aquí desde mi sofá, en mi casa, donde nadie me hace daño me pregunto que será de ella en este instante.



FOTO: Montando en góndola, en Venecia.

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